Una de las cosas que nos genera más malestar es la toma de decisiones.
Estos días de vacaciones fui testimonio de la conversación entre un padre y un hijo que caminaban por la calle. Iban detrás de mí, yo oía como el niño lloriqueaba y se quejaba “ quiero el patinete!!! Papá vamos a buscar el patinete!!!!”… el padre le contestó con voz serena y calmada:
– «No, hijo , no. Ahora no volveremos a casa para buscar el patinete. Nosotros tomamos decisiones y si las consecuencias no nos gustan , no pasa nada ,otro día decidimos diferente.»
CARAMBA!!!!! No me pude contener, me di media vuelta para mirarlos… y os he de decir que la situación me sorprendió!
El niño era un retaco, no tenía más de 3 o 4 años!!! Y el padre era un muy joven y de aspecto más bien poco formal.
Seguí mi camino pensando, cuantos malos ratos nos podríamos ahorrar si de pequeños nos hubieran hablado así…
Nos os suenan los argumentos del tipo:
- Tienes que pensar muy bien lo que quieres sino te equivocarás.
- Te has equivocado, si no te gusta la culpa es tuya.
- Hay que pensar muy bien las cosas sino mira que pasa.
- Yo ya te lo advertí, otro día te lo pensarás mejor.
Es como si desde pequeños nos inculcaran que tomar una decisión es una tarea complicadísima y que lo más fácil es equivocarte . Pero no sólo es difícil, sino que además parece que los demás sabían cual era la decisión correcta pero han dejado que te equivoques para que puedas cargar tu solito con tu CULPA, bendita palabra!
En cambio el mensaje de ese padre era otro, mucho menos dramático y bastante más práctico
1- No pasa nada.
2- Toda decisión tiene unas consecuencias.
3- Si lo que has decidido no te gusta no se hunde el mundo.
4- Después de ésta vas a tomar otras decisiones y podrás tener en cuenta lo que te ha gustado y lo que no.
Cuando la toma de decisiones se convierte en un problema, la gente se queda encallada buscando “lo mejor”, “lo más acertado”, “lo correcto”… deciden una cosa, reflexionan, cambian la decisión, vuelven a reflexionar…
Uri Gneezy dirige el laboratorio de conducta de UCLA-San Diego y estudia cómo tomamos decisiones. Hoy podéis leer una entrevista en La Contra de La Vanguardia.
Él nos dice:
«HAY QUE DARSE ORDENES Y, UNA VEZ DADAS , CUMPLIRLAS SIN RECHISTAR!»
Así si convertimos nuestras dudas en ordenes será fácil que las cumplamos en cambio si las vamos analizando uno y otra vez es fácil que no hagamos nada.
Su consejo es más que claro, os lo dejo para terminar “No negocie cada vez consigo mismo, obedézcase sin pensarlo!”