Quizás sea casualidad, pero cada vez con mayor frecuencia soy conocedora de rupturas de parejas que se han producido después de un largo tiempo de insatisfacción o de quejas constantes (y cuando digo largo me refiero incluso a años).
Por supuesto, mi grado de conocimiento sobre la relación varía en cada caso, dependiendo de si se trata de amigos, conocidos, pacientes o de si conozco solo una versión o las dos. No obstante, lo destacable del caso es la existencia de un patrón común que consiste en postergar la decisión de acabar la relación y emprender una nueva vida por separado.
¿Por qué cuesta tanto romper una relación cuando no funciona?